La Asociación de Entidades Periodistícas Argentinas (ADEPA) emitió un comunicado en el que señaló su preocupación ante lo que calificó como “reiterados agravios a periodistas y medios por parte de funcionarios nacionales”. Agrega que esos “agravios” tienen como destinatarios a las empresas periodísticas que “mantienen con firmeza su independencia editorial” y se preocupa porque “se trasladen como manifestaciones de prepotencia inaceptable sobre la persona de los periodistas que cumplen con su trabajo” a quienes la entidad les hace llegar toda su solidaridad.
ADEPA , como en tantos otros casos, apela a declaraciones rimbombantes, llenas de loas a la libertad de expresión, en las que no hace más que mostrar su rol activo como grupo de presión -al servicio de sus socios con mayor poder- y dejando al descubierto una moral laxa para analizar la realidad en función de defender sus intereses económicos.
ADEPA critica la opinión que el ministro Amado Boudou vertió sobre dos periodistas en su reciente gira por Estados Unidos y que fueran multiplicadas al infinito por sus socios más poderosos. Expresiones en la que el ministro realizó una poco afortunada comparación, por la cual solicitó disculpas ante los directivos de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA).
Cuando el 29 de abril de este año, el presidente de la DAIA, Aldo Donzis, denunció que la portada del N° 1.739 de la revista Noticias “banalizaba la Shoá” y expresó su “preocupación por la utilización de imágenes vinculadas al nazismo para describir situaciones que hacen a la vida política nacional”, ADEPA y esos mismos diarios no tuvieron una reacción equivalente.
ADEPA muestra ahora su preocupación por los “periodistas que cumplen con su trabajo”, pero no parece preocupada porque en esos mismos diarios no se respete la libertad sindical, se persigan o anulen las comisiones internas gremiales y se incumplan los convenios colectivos de trabajo. Si ADEPA quiere garantizar el trabajo de los periodistas, además, debería apoyar la aprobación en el Congreso de la Nación de la legislación que establece la “cláusula de conciencia”, para asegurarles una verdadera independencia de los intereses políticos y económicos de sus patrones y permitirles informar e investigar con verdadera libertad y sin condicionamientos.
ADEPA también se declara preocupada por los mensajes irónicos que multiplican a través de las redes sociales la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner; el jefe de Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández y el canciller, Héctor Timerman. Cuanto menos, extrañas son estas entidades periodísticas que se preocupan ante la utilización de una de las herramientas más preciadas que el periodismo tiene desde que comenzó a existir: la ironía.
ADEPA se da un espacio en su comunicado para realizar un aporte académico, al indicar que “el lenguaje es la principal herramienta de articulación social” y que “el diálogo es la base de la democracia”. El lenguaje y el diálogo es inherente al ser humano, y es independiente de la forma de gobierno que rige a una sociedad. Los integrantes de la última dictadura militar dialogaban entre sí y dialogaban -con esos asesinos condenados por la justicia de la democracia- más de un propietario de los diarios que integran ADEPA, a los que se veía muy sonrientes junto a ellos y poco preocupados por la “libertad de expresión”. La base de la democracia es el voto y la participación popular. Democrática es la multiplicación de voces y no el diálogo de unos pocos. Y que los gobernantes puedan comunicarse con su gobernados, gracias a la irrupción de nuevas tecnologías, sin estar mediatizados por quienes tienen intereses contrarios a los intereses populareses, es más democracia.
ADEPA dice defender la “libertad de expresión”, y al mismo tiempo se opone a los proyectos de ley que buscan terminar con el monopolio de Papel Prensa, mirando para otro lado cuando el Relator de Libertad de Expresión de las Naciones Unidas, Frank La Rue, declara hoy en nuestro país que “es incongruente que un medio sea el dueño de la única fábrica de papel para diarios del país”.
En el último Congreso de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), realizado en Cádiz, España, en mayo de 2010, al declarse la “crisis del periodismo” a nivel global, se advirtió que “las direcciones de los medios, más preocupadas en rentabilizar ingresos, están amoldando a los trabajadores de prensa a intereses que nada tienen que ver con la calidad del producto que se le ofrece a la opinión pública”, y “que es necesario que la sociedad sepa que prácticas empresariales de dudosa ética hurtan el derecho social a una información veraz, que el temor de los medios de comunicación a perder sus ingresos por publicidad institucional, así como una ya crónica precariedad laboral, ponen en peligro el ejercicio y la calidad del periodismo”.
El Congreso de la FIP termina solicitando a los Estados que adopten “las medidas que sean necesarias para garantizar el libre ejercicio del periodismo, mediante las medidas legales necesarias que aseguren unas condiciones laborales dignas para todos los que ejerzan la profesión de periodistas estén amparados, de una u otra forma, por los convenios colectivos y la negociación con las organizaciones y sindicatos representativos del sector”.
ADEPA debería explicitar que lleva adelante una lucha no por la “libertad de expresión” sino en defensa de sus intereses corporativos, y en lugar de mostrarse como aparente defensora de los periodistas, dejar que sean las entidades sindicales de prensa las que velen por los intereses de los trabajadores de prensa, permitiéndoles desarrollar su acción gremial en plena libertad, y cumpliendo con toda la legislación laboral y previsional vigente en la materia.
19-10-2010