Por Daniel Parcero*
“Siempre”, así entre comillas, se sostuvo que el Estatuto del Periodista Profesional, se lo debemos a Perón, y no es mentira. Tampoco es una verdad completa.
En 1926 Víctor Guillot, político, periodista y literato, siendo diputado “alvearista” de la Nación, por la UCR, y con profundas convicciones sobre las características de su profesión, presentó al cuerpo legislativo un proyecto de ley sobre el Estatuto del Periodista, reconociendo al mismo como trabajador sujeto a derechos. La norma no llegó a ser sancionada, pero ya contenía los puntos fundamentales de la reglamentación que el gremio obtendría dieciocho años más tarde: la definición de las tareas de los trabajadores de esta actividad (redactor, cronista, reportero, y otras), un sueldo mínimo (establecido en 250 pesos pagaderos en quincenas), el derecho a una bonificación equivalente al 20% del sueldo inicial cada tres años, la prohibición de despido a excepción de causas tales como incompetencia, fraude, injuria grave u otras acciones extremas; derecho a indemnización en caso de despido sin causa, goce de sueldo por tres meses si se produjera ausentismo por enfermedad.
Rescato algunos párrafos de sus fundamentos.
“Nadie que conozca las condiciones de trabajo de los periodistas argentinos, el término medio de los sueldos que se les paga, su incierta situación dentro de las empresas que utilizan sus actividad intelectual, las perspectivas que para su bienestar ofrece su carrera, podrá considerar innecesaria o superflua una legislación que les fije una remuneración decorosa, les garantice una relativa estabilidad en el empleo, y los ampare ante las arbitrariedades y las injusticias que esterilizan tantos esfuerzos y terminan tantas carreras iniciadas con entusiasmo y abandonadas luego con desencanto y amargura. La profesión de periodista en nuestro país, es una vocación a la miseria. No proporciona reputación, desde que la modalidad de la prensa argentina aprisiona en el anonimato la colaboración del talento más claro, la obra de la conciencia más lúcida, la prestación material del espíritu más cultivado. Toda actividad intelectual alcanza su recompensa. Dolorosa excepción es la labor periodística, al servicio de la cual se pone tanta ignorada inteligencia, tanta probidad moral, tanto espíritu de sacrificio prodigado sin énfasis…”
“El periodismo no da gloria, pero tampoco da provecho… Lo común, lo corriente es que un obrero del periodismo viva y envejezca sin estímulos ni compensaciones, adosado a su mesa de labor, para retirarse de la redacción, cuando las agotadas energías mentales y físicas tornen ineficaces sus servicios y decidan su relevo o sustitución. Tal es el destino, a no ser que un niño afortunado de la suerte le haya permitido acogerse a tiempo a un refugio burocrático de alguna plaza administrativa, en donde, cuando menos, pueda aguardar sin mayores sobresaltos el día de su jubilación… me ha sido dado comprobar que existe en el país un proletariado periodístico cuyos lamentables destinos se elaboran sordamente desde la apariencia fastuosa y próspera de esa prensa argentina, verdadero orgullo nacional; cuya grandeza empero se amasa con tanto sacrificio, miseria y abnegación en las salas de redacciones y en los talleres de la imprenta…Un diario, una revista, no son simples sociedades industriales o comerciales consagradas a la elaboración y venta de opiniones y noticias, bajo el aliciente utilitario del lucro que habrá de reportarles la operación. Su naturaleza es otra, su función social muy diversa e infinitamente más noble…”
Guillot fue el primer legislador en revalorar nuestra profesión, haciéndolo así mismo.
Allí quedaría estancada su iniciativa hasta que lo rescatara el coronel Perón desde la Secretaría de Trabajo, convirtiéndolo en Decreto Ley 7618/44, y que fuera firmado por el presidente Edelmiro Farrel el 25 de marzo.
Fue a partir de cuando los trabajadores de prensa sindicalizados en el Sindicato Argentino de Prensa-SAP-, organización preexistente a la FATPREN, decidieron que a partir de ése día se conmemorara el Día del Trabajador de Prensa.
Sobre la base de aquél decreto el 18 de diciembre de 1946 se sancionó la Ley 12.908 que se conoce como el Estatuto del Periodista Profesional que ratificó, promulgada el 24 de diciembre de ese año.
*Periodista. Autor de Los Trabajadores de Prensa. Ladrilleros del Periodismo, Volumen I, II y III
La FATPREN saluda a todos los trabajadores y trabajadoras de prensa, que día a día trabajan para garantizar el Derecho a la Información de nuestro pueblo y luchan por conseguir condiciones más dignas y justas de trabajo, en el esfuerzo y la convicción de construir una Patria mejor para todos.
25-03-2012