Los trabajadores y trabajadoras de prensa argentinos tenemos la obligación de mantener activa la memoria, y ante esta dolorosa conmemoración, del 40º aniversario de la instauración de la más cruel y sangrienta dictadura cívico militar de la historia nacional, es necesario recordar que nosotros los y las periodistas tuvimos el triste privilegio de ser uno de los objetivos especialmente elegidos para la represión y la tortura.
Hace más de tres décadas, en la excelente obra “Siete años de lucha contra la dictadura”, los compañeros Alfredo Carazo y Rodolfo Audi –ex secretarios generales de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN)- recordaban el comienzo mismo de la noche negra de la dictadura, con la precisión que sólo otorga el haber sido testigos y protagonistas de los hechos.
“Cuando en la madrugada del 24 de marzo de 1976 fuerzas militares y policiales ocupaban las redacciones del país censurando informaciones, cambiando titulares y condenando a prisión a numerosos hombres de prensa, respondían a un objetivo cuidadosamente diseñado para aplastar la libertad ciudadana. Se iniciaba una larga cadena de violaciones que incluía prioritariamente el derecho humano a la comunicación, no siempre defendido con el vigor y la convicción que se debiera. No debe asombrarnos esta actitud. La libertad de expresión ha sido históricamente una de las libertades más vulneradas” decían los autores del libro.
También resulta oportuno citar otro párrafo, donde expresaban que “en 1976 quienes usurparon el poder, controlaron la comunicación, orientaron un mensaje alienante, detuvieron, torturaron, mataron, persiguieron a cientos de periodistas, infiltraron en las redacciones a elementos de control policial, propiciaron y alentaron una prensa mediocre y pasatista y en complicidad con muchas empresas periodísticas condenaron a los trabajadores a condiciones que aún hoy repugnan su dignidad humana”.
Pero, además, es conveniente recordar que en la madrugada del 25 de marzo de 1976 una tanqueta de la Armada derribó la puerta de entrada de la sede que, en aquel tiempo, compartían el Sindicato de Prensa de Capital y la FATPREN, en la calle Perón (Cangallo, por entonces) con la paranoica intención de secuestrar un supuesto arsenal que se guardaba en las oficinas sindicales, y que naturalmente no pudo ser hallado, porque no existía.
Tras este brutal atentado sobrevino la intervención de la FATPREN y de algunas de sus organizaciones de base. Decenas de dirigentes gremiales de prensa fueron detenidos e investigados por probables vinculaciones con el terrorismo o manejos financieros irregulares. Ninguna de esas acusaciones pudo ser comprobada.
Uno de los más importantes referentes de la FATPREN de aquellos tiempos, el compañero Amílcar González, secretario de Relaciones Internacionales y al mismo tiempo titular del Sindicato de Prensa de Mar del Plata, fue detenido el 25 de marzo y permaneció preso hasta abril de 1978 –en cercanías del Mundial de Fútbol- cuando se le otorgó la opción para salir del país.
Pero no fue el único caso. En muchas empresas hubo persecuciones y despidos, con el fácil argumento del “abandono de tareas” cuando los compañeros preferían faltar y alejarse de sus domicilios habituales tras recibir amenazas de muerte –para él y su familia- por parte de bandas paramilitares protegidas por el gobierno.
Al cerrarse el período de la dictadura se contabilizaron 128 periodistas detenidos y desaparecidos, algunos en ejercicio laboral bajo dependencia y otros como colaboradores ocasionales. Una lista de nombres que no podemos ni debemos olvidar. Que nos compromete a luchar por la vigencia de la libertad de expresión y la vigencia de todos los derechos de las personas.
En este trágico aniversario la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN) también considera necesario recordar las luchas del gremio contra la dictadura atroz. En 1977 ya comenzaron las primeras expresiones de protesta, y en la medida que el descontento crecía se tonificaba la resistencia, con reuniones en distintos puntos del país para mantener la unidad y el espíritu de los compañeros. Como la intervención de la FATPREN se prolongaba y ante la necesidad de contar con herramientas de acción directa, hacia fines de 1979 se conformó la Coordinadora Nacional de Trabajadores de Prensa (CoNaTraP) que se convertiría en formidable medio de enfrentamiento a los atropellos que se cometían en todo el país.
En este 24 de marzo de 2016, la FATPREN afronta un panorama muy complejo por los despidos en medios privados y públicos, por el creciente deterioro salarial como consecuencia del impacto negativo de las principales medidas económicas tomadas por el gobierno del presidente Mauricio Macri, y las amenazas al pleno ejercicio de la libertad de expresión en el marco de la supresión de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Esta conflictiva realidad nos obliga a estar atentos y movilizados. Sabemos que no están dadas las condiciones para que se quiebre la continuidad de las instituciones republicanas, tal como ocurrió en marzo de 1976, pero advertimos que la ideología subyacente en algunas de las recientes decisiones gubernamentales es sugestiva y dolorosamente parecida al modelo económico liberal que, por la fuerza de las armas, se nos impuso a los argentinos hace 40 años.
Los trabajadores y trabajadoras de prensa no nos podemos quedar callados ni quietos. La historia de dolor de aquellos tiempos de dictadura y el honor de los compañeros desaparecidos, detenidos y secuestrados nos obliga a no olvidar y ser críticos del presente.
FATPREN, marzo de 2016